La he observado cada movimiento desde momento en que la vi por primera vez. Era irresistible. Todavía lo es. Quinn es la que nunca vi venir.
Es tan confiada que corre a mis brazos en cuanto llego a casa. Ahora es mi esposa, y no he dejado de observarla. No puedo. Mi línea de trabajo hace que sea peligroso estar involucrada conmigo, y mucho menos estar casada conmigo.
Pero ella no conoce esa parte de mi vida, y nunca pienso mostrarle mi lado feo. El problema es que, por mucho cuidado que tenga con ella, mi lado oscuro intenta salir. Ya no basta con vigilarla. Tengo que controlarla, ponerle las manos encima, hacerla gemir y gritar mi nombre.
Me detengo. Al menos, lo intento. Hasta que ella me pide más. Más de mí, más de la oscuridad que le he estado ocultando. Es como si quisiera todo de mí, no solo las partes que le he dejado ver.
Cuando el peligro llama a nuestra puerta, ya no puedo ocultar mi verdadero yo. Pero cuando vea de lo que soy capaz, ¿seguirá corriendo hacia mis brazos abiertos?
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